
(foto: vía Juan Carlos Cicalesi).
Inmediatamente después del ataque del 8 de junio, el superpetrolero cambió de rumbo y se dirigió hacia Brasil para resolver la grave situación en que había quedado después del ataque combinado de un Hercules y dos Canberras argentinos.
Control de daños
Como ya vimos en la nota anterior, la única bomba de 250 Kg. lanzada por el TC-68 que hizo impacto en el buque liberiano se partió y su cuerpo quedó sin explotar.
No hubo explosión de la bomba Expal porque fue fácil de desactivar: La inutilizaron expertos de la Armada Brasileña efectuando un orificio entre la espoleta y la carcasa para luego inyectarle parafina, anulando de este modo el tren de fuego de la espoleta.

Las bombas inglesas del primer Canberra pegaron una en la cubierta (la cola se desprendió y cayó al agua y el cuerpo quedó atravesado sobre un tanque) y la otra penetró en el tanque número 2 (que contenía combustible) y explotó sin causar la deflagración del combustible alojado en él (partes de esa bomba aparecieron luego de vaciar los tanques en Río de Janeiro durante la investigación de la empresa aseguradora).
En definitiva, vale la pena destacar que, si bien una bomba explotó, lo que en sí terminaría “hundiendo” al superpetrolero fue la bomba que “no” explotó.
Al llegar al continente, el Hercules ingresó en una refinería de origen inglés ubicada en la Bahía de Guanabara para descargar todo el combustible y permitir la intervención que desactivó la bomba del TC-68.

La primera bomba inglesa del B-105 le había abierto un orificio apenas por encima de la línea de flotación por el cual penetraba agua lo que le provocaba una pequeña escora y la pérdida de petróleo.
Dada la dificultad para desactivar la otra bomba, se hizo evidente que había que descargar el buque de todas las municiones que transportaba; lo que habría puesto en evidencia la participación de terceros países en la guerra y provocado un conflicto diplomático muy serio… por eso resultó más conveniente hundir el buque y procurar cobrar el seguro.
Tomada la decisión, un remolcador de la Marina Brasileña (clase Imperial Marinheiro) acompaño al condenado hasta mar abierto y con solo unos pocos hombres de la ya reducida tripulación, se abrieron las tomas de mar, que por lo general están en la sala de máquinas, para lograr que se hundiera lentamente, lo que ocurrió el 20 de julio de 1982 a 250 millas de la costa de Brasil y a 4.000 metros de profundidad.
El juicio a la Argentina
La Argentina siempre negó que el ataque hubiera sido realizado por aviones propios, pero el armador y su arrendatario no pensaban lo mismo y decidieron demandar a la República Argentina.

Durante el juicio contra la República Argentina, que duró varios años y que había sido radicado en los tribunales de los Estados Unidos impulsado por Amerada Hess y United Carriers, estos exigieron 10 millones de dólares por el barco y 1,9 millones de dólares por el combustible.
La Suprema Corte de Estados Unidos falló a favor de Argentina dado que el juicio se debería haber sustanciado en el país de la bandera de origen que ostentaba el buque motivo de la demanda, es decir en Liberia.
El criterio jurídico adoptado por la FAA en su defensa sentó jurisprudencia, la que oportunamente fue publicada en los Internacional Law Reports, entre otros prestigiosos medios jurídicos internacionales.

Concluida la guerra, el TC-68 siguió operativo en el Grupo 1 de Transporte Aéreo hasta que se venció en horas y quedó a la espera de una inspección mayor tipo PDM (Programmed Depot Maintenance) para retornar a la línea de vuelo.
Como, retornada la democracia, el presupuesto de defensa fue recortándose año tras año producto de la teoría de la “falta de hipótesis de conflicto”, su recuperación fue postergada por falta de recursos y aduciendo que otros Hercules seguían en servicio.
Inicialmente se mantenía bien preservado, aunque al aire libre; pero su postergación llevó a la creciente canibalización de partes y piezas que se utilizaban en los otros K/C-130H que se mantenían activos.
¿Abandonado e irrecuperable?
Luego de más de 10 años en esa condición, el simple y precario sistema de preservación se fue deteriorando hasta que el TC-68 quedó en estado de virtual abandono e irrecuperable, según el dictamen de una inspección visual que le dedicó personal de FAdeA venido de Córdoba.
Así permaneció hasta que se filmó un video documental publicado por un importante canal de noticias en abril de 2016 («El avión fantasma», Telenoche/TN), donde se revelaba la destacada actuación de la aeronave en una misión para la que no había sido diseñada, lo que expuso al escrutinio público su deplorable estado.
Las autoridades de la I Br Aé dispusieron su ingreso a un hangar para “emprolijarlo” a la vez de anunciar la intención de ponerlo de nuevo en servicio, algo totalmente imposible dada la relación costo/beneficio: Por mucho menos dinero se podría conseguir un ejemplar similar en muchísimo mejor estado (justamente en el plan de renovación de unidades para la Fuerza Aérea Argentina 2017-2027 figuraba la compra de dos KC-130 Hercules en el corto plazo).
No sería sino hasta dos años y medio más tarde que la historia del Tango Charlie Seis Ocho volvería a captar la atención del público, esta vez para mejor.

Anticipando la celebración del 50 aniversario del «sistema de armas» C-130 Hercules en la FAA, la I Br Aé realizó un esfuerzo material y humano para restaurar esta histórica aeronave a condición de exhibición estática y lo presentó en una ceremonia realizada en El Palomar el 14/12/2018 presidida por el Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza, brigadier general “VGM” Enrique Víctor Amrein, acompañado por el Subjefe de la Institución, brigadier mayor Gustavo Testoni, el Secretario de Estrategia y Asuntos Militares del Ministerio de Defensa, Horacio Aldo Chighizola, la Secretaria de Gestión Presupuestaria y Control del Ministerio de Defensa, Graciela Villata, el Intendente del Municipio de Morón, Ramiro Tagliaferro, y otras autoridades, personal militar y civil e invitados especiales, tanto nacionales como internacionales.
En la oportunidad se anunció la promulgación de la Ley 27.465 del 01/11/2018, con la cual el Congreso de la Nación decidió reconocer la actuación de los tripulantes del TC-68 que participaron del Conflicto del Atlántico Sur y que «por sus relevantes méritos, valor y heroísmo en defensa de la patria, en los vuelos de estrategia militar que la Fuerza Aérea Argentina ha desplegado a través de las operaciones de sus aviones Hércules, se han hecho acreedores de la Medalla la Nación Argentina al Valor en Combate”, descubriendo también una plaqueta alusiva a dicha condecoración.

La medida legislativa, hecha posible por la «des-clasificación» de información alusiva a las misiones que describimos en esta serie de notas, se hizo extensiva a los brigadieres mayores Alberto Vianna y Horacio Armando Oréfice, los comodoros Jorge Alberto Valdecantos, Ronaldo Ernesto Ferri, Rubén Oscar Moro, Eduardo Senn, Roberto Mario Cerruti, Walter Hugo Veliz y Cristóbal Armando Villegas, los vicecomodoros Andrés Francisco Valle y Hugo Alberto Maldonado, los suboficiales mayores Julio Miguel Daverio, Juan Carlos Luján, Nicolás Carlos Segovia, Jorge Luis Contigiani y Roberto Guillermo Puig, los suboficiales principales Pedro Esteban Razzini, Carlos Alberto Bill, Delfino Fretes, Sergio Alberto Tulián y Oscar Alberto Gatto, el suboficial ayudante Carlos Domingo Nazzari y el suboficial auxiliar Carlos Alberto Ortiz (todos ellos veteranos de guerra en situación de retiro).
Pero el reconocimiento no quedó sólo en eso. En una sesión especial convocada en el reciento de sesiones de la Cámara de Senadores de la Nación el miércoles 27/03/2019, el Poder Legislativo homenajeó a estos veteranos haciéndoles entrega efectiva de la condecoración otorgada a fines del año pasado. La sesión, a la cual llegaron 20 de esos ex combatientes y las esposas de tres ya fallecidos (Maldonado, Contigiani y Bill), sirvió para que la Nación saldara una deuda de honor con los 23 aviadores cuyo desempeño en la guerra de 1982 corría riesgo de caer en el olvido por falta de un reconocimiento y un agradecimiento oficial como este.
Más del C-130 bombardero argentino
Reconocimientos: Esta serie de tres artículos no hubiese sido factible sin la valiosa cooperación de Juan Carlos Cicalesi (QEPD).